Sor Angela Sessa

 

 

 

Cuando el Excmo. Mons. Pedro Arnoldo Aparicio, SDB. Fundador del Instituto «Hijas del Divino Salvador», regresó de Roma de la Primera sesión del Concilio en 1962, contó a las Hermanas que el Cardenal le aconsejó que si quería que le aprobaran la luego la Congregación, que buscara una maestra de novicias de una Congregación de Derecho Pontificio. Y él pensó en las franciscanas y en las Hijas de María Auxiliadora y se inclinó por las Hijas de María Auxiliadora, con lo mismo en dos días de receso del Concilio, se fue a visitar a Santa María Dominga Mazzarello, en la Basílica de María Auxiliadora en Turín y le dijo «Madre: Aquí te pongo a mis hijas». Si la obra es de Dios va a continuar; si la obra es de los hombres aquí va a terminar.

Después se fue a la Casa Generalicia de las Hijas de María Auxiliadora que entonces estaba en Turín y no encontró a la Madre General solo a la Vicaria General. La Vicaria le dijo: » La Madre no está, pero al venir yo le digo. Estoy más que segura que su petición será atendida.»

Cuando Monseñor regresó del Concilio, encontró la carta de la Madre con la respuesta: «Monseñor la misma Maestra de novicias de Centro América pasa a su Congregación».

Sor Angelita Sessa, llegó a la Casa Madre del nuestro Instituto en el mes de abril de 1963 a las 10 de la mañana, acompañada de algunas Hermanas del Consejo Inspectorial. Se dirigió a la Comunidad , para darles una plática. En esa ocasión dijo: «cuando la Madre me dijo que dejaba el noviciado de Costa Rica para venir a El Salvador y ser maestra de las novicias de las Hijas del Divino Salvador, lo sentí, pero al mismo tiempo reflexioné y dije: «Ellas son hijas de Dios, lo necesitan y me voy».

La reacción de las Hermanas fue de alegría.

Sor Angelita no se quedó ese día, sino que se regresó con las Hermanas de su Congregación y posteriormente regresó. La Comunidad le hizo un recibimiento con mucho regocijo.

Con la presencia de Sor Angelita en nuestra Congregación, ya todo fue tomando forma y al final de ese mismo año ya había organizado los periodos de formación y las hermanas que ya tenían varios años de haber ingresado les hizo hacer dos meses de noviciado acelerado para que hicieran ya su Profesión formal el 24 de enero de 1964, de común acuerdo con Monseñor Aparicio y ese mismo día un grupo de 11 jóvenes aspirantes hicieron la vestición e iniciaron su año canónico de noviciado, conforme la Iglesia lo manda, también diseñó el habito de las novicias.

Nos introdujo en el recogimiento interior con su manera muy particular, pues su unión con Dios era tan notable por su porte exterior y se le observaba en medio del trabajo con un leve movimiento en los labios, recitando jaculatorias; de igual manera nos lo inculcaba de palabra para que lo practicásemos en medio de nuestros quehaceres diarios, pues ella fue un alma de verdadera oración , nos inculcó un gran amor a Jesús Eucaristía, mucha devoción al Sagrado Corazón de Jesús, a .María Auxiliadora, a San Juan Bosco, A Madre Mazzarello, a San José y al Angel de la Guarda.
Nos invitaba al fiel cumplimiento del deber y amor al trabajo ; en el recreo vivía una presencia activa, jugaba con las hermanas «El no te enojes» y gozaba mucho, estaba siempre alegre y su rostro reflejaba mucha paz y felicidad.
E l gran deseo de hacernos el bien la llevaba a corregirnos, sin dejarnos pasar nada; cuando corregía parecía dura, pero sabía hacernos descubrir el trabajo que debíamos hacer. Se preocupaba de cada una , en su avance espiritual y formación humana a través del coloquio privado y contactos comunitarios.
Muy amante del orden, daba vueltas por la casa e indicaba lo que había que hacer, pues decía: «Aquí va ha pasar la Virgen y debe encontrar todo ordenado.»

Se iba a pasear con nosotras los domingos por la tarde, pues gozaba mucho en las lomas por el verde y la frescura, adaptándose a nuestra edad y a nuestras costumbres. Las virtudes que sobresalían en ella fueron

  • Sólida piedad.
  • Amor al trabajo.
  • Profunda humildad.
  • Alegría contagiosa.
  • Espíritu de sacrificio.
  • Fidelidad y puntualidad en sus prácticas de piedad.
  • Firmeza y amabilidad al corregir.
  • Dotes para Formadora.
  • Silencio religioso.
  • Amor a la Iglesia y al Instituto.
  • Vida pobre y sencilla.

En nuestra Congregación formó 10 grupos de novicias y todas la recuerdan con gran cariño y tratan de hacer vida lo que ella les enseñó.

Se retiró de nuestra congregación el 13 de mayo de 1974, día de lágrimas y mucho dolor tanto para ella como para cada una de las hermanas. Antes de retirarse con lágrimas en los ojos escribió en los pizarrones de la clausura la siguiente frase: «MARIA AUXILIADORA, CUIDALAS SON TUS HIJAS» Frase que se conservó por mucho tiempo hasta que con los años se borró, pero se conserva en el corazón y la mente de todas las hermanas que tuvieron la dicha de estar con ella.

Una Hermana del segundo grupo de noviciado que ella formó cuenta que mientras Sor Angelita escribía en los pizarrones la frase que anotamos arriba, ella la acompañaba y al verla llorar y sufrir tanto le dijo Sor Angelita por qué no se queda con nosotras y Sor Angelita le contestó: «Así tiene que ser por ahora, pero después ustedes pueden hacer una solicitud para que yo vuelva, pues yo soy feliz aquí, si no pueden traerme cuando yo me enferme, cuando yo me muera quiero que me entierren aquí». Años más tarde nuestra Superiora quiso cumplir con este deseo de Sor Angelita, pero ella no aceptó, pues como todos los que la conocimos sabemos que su único deseo era agradar a Dios y cumplir sólo su Santa voluntad.