Jesús en el pesebre

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Jesús en el pesebre

Dios inspira el nacimiento de los Institutos religiosos para que vivan una espiritualidad. Es decir, para que sus miembros sean santos y ayuden a salvar a la humanidad. Nuestra espiritualidad atiene dos fuentes: El Pesebre de Belén, prolongada en la infancia de Jesús y San Juan Bosco. Cada Hija del Divino Salvadores esfuerza por estampar en su persona al Niño Jesús y a don bosco.

Es de admirar cómo dios quiso que la Congregación naciera un 24 de diciembre en la media noche, a la misma hora en que el Hijo de dios había nacido hacia 1956 años. Mons. Aparicio tenía bien claro que la naciente Congregación debía practicar costumbres sencillas, su hábito, su manera de ser, su pobreza, sencillez, humildad, la misión con la gente pobre y necesitada, eran puntos bien claros que Mons. Aparicio como fundador tenía, que se relacionaban con la espiritualidad del Pesebre y el establo de Belén.

Dos aspectos bien claros: ser fundada un 24 de diciembre y el lugar que fuera Santo Domingo.

Doña Santos era muy amiga de los sacerdotes y era una persona muy caritativa. Santo domingo era un lugar de paso y como antes no había muchos vehículos, las personas viajaban a pie o a caballo, en carretas o en tren. Así en la casa de Doña Santos se hospedaban los sacerdotes que llegaban al pueblo. Además, los transeúntes, buscaban la casa de doña Santos para descansar o dormir ahí para luego continuar su camino.

Precisamente en el lugar donde hoy es la Capilla de la Casa Madre , ahí era el establo donde los viajeros amarraban los bueyes y los caballos mientras ellos descansaban. De modo que ya ese lugar era un establo, como en Belén donde Jesús nació.

Mons. Aparicio, en su homilía de Navidad del 24 de diciembre de 1984, presentó cómo la Hija del Divino Salvador va a vivir la espiritualidad del Pesebre de Belén. Se presenta a continuación el texto:

«Todas las comunidades religiosas tienen una característica especial y para decir alguna: los Dominicos predicar la palabra de Dios, los franciscanos predicar la pobreza; los jesuitas la obediencia.

Nosotras debemos considerar ya con seriedad, con firmeza, que el carisma de nuestro Instituto es: » Ser portadoras de esa paz, de esa tranquilidad, de esa unión y de esa esperanza, que debe de ser el distintivo de todas y de cada una de ustedes «.

Tenemos que esforzarnos por vivir es vida de paz y de tranquilidad, esa vida de armonía, esa vida de comprensión y que nuestra presencia inspire a los demás confianza, inspire tranquilidad, comprensió0n, en cierta forma ternura espiritual.

En un momento a propósito, para que en estos ejercicios espirituales, tanto el Consejo, como todas las casas y todas las Hermanas, consideren y reflexionen en ese don que Dios quiere que llevemos adelante. Nacimos del Pesebre para llevar al mundo el mensaje de humildad, el mensaje de pobreza, el mensaje de no aspirar a cosas grandes, el mensaje de mantenernos siempre cultas, el mensaje de servir a nuestros hermanos, el mensaje de abrir el alma, el corazón y los brazos a todos los jóvenes que acuden a nosotros, no solamente con el fin de una escuela, no solamente con el fin de un instituto, que no es nada más que el empaque que contiene la verdadera sustancia, que es empapar a esos jóvenes en ese mismo espíritu vuestro. Estas deben ser las características de nuestro Instituto.

Descubramos, estudiemos, lleguemos a la conclusión: esto es lo que Dios quiere de nosotros.

Este es el carisma, el distintivo ante las comunidades del mundo: «Llevar las enseñanzas del Establo del Pesebre de Belén». Por eso, ustedes deben primero: comprenderlas, vivirlas y luego, darlas.

En este día tan especial demos gracias a Dios y digámosle: «Quiero ser instrumento dócil en tus manos, he comprendido y hemos comprendido cuál es la misión para la cual trajiste a l mundo este Instituto. Lo pusiste en el camino, dentro del mundo, en un momento de agitación, en un momento de luchas y fatigas, en un momento de odio y de rencor.

Nos pones a nosotros para que nuestra presencia, para que nuestras palabras, nuestro modo de actuar, lleven esa paz, esa tranquilidad, lleve esa reconciliación. De ahora en adelante, nos proponemos solemnemente ser instrumento dócil en tus manos.

Que el Divino Niño continúe con nosotras, que sea nuestro amigo, que sea nuestro hermano, que sea nuestro guía, que donde quiera que nos encontremos hablemos con unción del reconocimiento, sobre todo lo que el ha hecho con nosotros, y podemos repetir:»Ha hecho el Divino Niño por nosotros cosas estupendas, admirables». Y ojalà que podamos añadir:»Porque vio la humildad de sus siervas». Pero no una humildad forzada, sino una humildad escogida, vivida, sentida, practicada.

Demos gracias a Dios todos los días y empecemos un camino más comprometido, con un corazón rebozando de alegría, a cumplir los mandatos y enseñanzas de Jesús, pero desde Belén, desde el Pesebre, desde el establo.

En la Homilía, nuestro Padre Fundador, inspirado por Dios, finaliza con una bella y profunda oración.